Guillermo Zuluaga, Montecristo
actor, presentador, humorista
En 1946, Guillermo Zuluaga era un modesto empleado en Cali de la Compañía Colombiana de Tabaco. Ya estaba casado con Emma Bonilla. Y no daba asomos de querer ser algo diferente de "un buen padre de familia".
En la fábrica era considerado como un buen narrador de cuentos. Algunos de sus amigos estimaban que también tenia capacidades de cantante.
Estos últimos lo convencieron de que se presentara en un programa de aficionados al canto. Guillermo fue a "Radio Cultura' acompañado de un guitarrista que tenía 'oído de artillero".
El resultado -dice- fue desastroso. El iba por un lado, solitario con su guitarra, totalmente distanciado de mí. Nos encontramos a la salida, después de que nos dieron una tremenda silbatina.
Guillermo se disgustó con los amigos que lo habían incitado a cantar, les hizo varios reclamos, pero éstos le dieron otro estímulo:
-Preséntate como "contador" de cuentos -le dijeron.
El aceptó. Fue a "Radio Calcará' nuevamente a pedir cupo para narrar varios cuentos. Y triunfó.
-La gente se rió -recuerda-. Yo tuve que hacer varias salidas. El director de la emisora quedó bastante satisfecho conmigo.
Así fue su comienzo.
El programa en que debutó se llamaba "La hora variedades". Entusiasmado por el éxito el locutor de la estación le obsequió un saco verde para que actuara en próximos programas.
Cuando Guillermo entró al radioteatro, luciendo el saco, el locutor dijo:
-Ahí llega el Conde de Montecristo.
Fue su bautizo.
'Monte" -como se le dice entre amigos- no recuerda el nombre de ese locutor.
Lo que sí recuerda es que el saco se lo comió una vaca mientras él se bañaba en un río de Cali.
-Si mi memoria no me falla -dice- era un señor de apellido Ruiz. Después, hace unos catorce años, me lo encontré en Barranquilla en una reunión social. El me dijo que llevaba muchos años tratando de conocerme. Y le recordé entonces lo de Cali, el día que me bautizó. Fue tal la alegría de los dos, que nos emborrachamos. En medio de la borrachera le pregunté pór su nombre, pero no se me quedo en la memoria. Sigo recordando únicamente que es de apellido Ruiz,: :
Meses después de estar trabajando en "Radio Cultura", "Montecristo" fue llevado a Bogotá para actuar -narrando cuentos- en una gran velada, en el Teatro Colombia. A la velada asistieron destacadas personalidades de la capital. 'Monte' fue aplaudido con delirio.
Al día siguiente regresó a su trabajo de Cali, pero convencido de que tenia "todas las de salir adelanté'. Y renunció en la compañía.
-Me equivoqué por completo -dice ahora-. Yo creí que me iba a llenar de plata, pero sucedió todo lo contrario. Aguanté mas hambres que un chivo en un garaje.
Sin empleo estable, `'Montecrlsto" aceptó cupo como humorista en la Carpa Martín, que viajaba por todo el país. Con ella fue en gira de Cali hasta Manuales, donde recibió la noticia de que su pr mer hijo -Jaime- estaba agonizando.
Los hermanos Hernández-Pocho, Gonzalo, Héctor-, que deseaban sacarlo de la Carpa para vincularlo artísticamente a otro grupo, le reunieron cíen pesos para que volviera a Cali, pero su esfuerzo de nada sirvió. Jaime murió como consecuencia de la incontrolable gastroenteritis que lo afectaba.
Lo más dramático sucedió horas después de su deceso. "Montecris to" no tenía con qué pagar los gastos de su funeral. Y fue así como tuvo que hacer humor en una emisora -en el programa "La última chiva" mientras el cadáver de su hijito esperaba ser sepultado.
Eduardo Gómez Alzate, periodista, vió llorar a "Montecrísto" durante la actuación. Le preguntó por la razón. El humorista se la dió. Y ello bastó para que le pagaran doble el programa. Le dieron cien pesos, apenas suficientes para financiar el "entierro".
Días después, cuando pensaba en "hacer algo distinto a contar cuentos", fue contratado para participar en una gira con el cantante Leo Marini. En Medellín lo conoció el finado Willíam Gil Sánchez, máximo ejecutivo de "Caracol". Este, al comprobar sus cualidades, lo contrató como artista exclusivo de la cadena.
Son, pues, veinte años que lleva Guillermo Zuluaga como humorista de la principal cadena de radio de Colombia. Veinte años haciendo chistes para todo un país. Veinte años de servicios a un país que apenas está aprendiendo a reír.
En el lapso de los primeros nueve, "Montecristo" trabajaba tres veces por semana. Pero su éxito creció hasta tal punto, que la cadena tuvo que contratarlo para un programa diario.
Podría decirse que el programa de "Montecristo" es el más atractivo -como factor de ventas- en la programación diaria de Caracol.
Tomado de la Revista Cromos No. 2629, abril 1 de 1968
Montecristo se alista para celebrar sus 71 años de vida el 10 de febrero. Se pasea por Medellín satisfecho con lo que ha hecho en 51 años de vida artística. Hace unos días se sometió a una segunda operación por problemas de vejiga.
Su carrera humorística comenzó después de prestar servicio militar en Palmira. El día de su salida imitó públicamente a los altos mandos del batallón y a sus compañeros. Contó chistes y se burló de todos. Gustó tanto que alguien lo invitó a Radio Cultural de Cali al programa La hora de las variedades. Llegó a cantar pero fue desastroso. Entonces pidió que le dejaran contar un chiste. Fue tan bueno que contó otro y así siguió hasta hoy.
Un día llegó a la cabina con un saco amarillo y verde que hoy no se explica cómo se ponía sin sonrojarse. Miguel Ruiz, quien trabajaba en Caracol dijo: «Y aquí llegó el conde de Montecristo». Después de tres años se encontraron pero Miguel no recordaba que se habían conocido cuando Guillermo Zuluaga apenas comenzaba. «Después me quité lo de conde porque no tenía nada que esconder».
El momento más difícil de su carrera lo vivió en Cali por allá en el año 45 o 46. «Perdí a mi primer hijo y me tocó actuar para poder enterrarlo porque no tenía con qué».
Salía de pueblo en pueblo montando su show y vendiendo cuñas a los comerciantes. Todos le preguntaban que cuál era la garantía de su inversión si no lo conocían. «Yo les decía: escúchenme y si no les gusta no me pagan. Nunca dejaron de pagarme».
En el 57 llegó a Caracol con Las aventuras de Montecristo, programa que ha mantenido al aire durante 17 años
Exhibe 198 placas y condecoraciones en su museo construido en el municipio de El Santuario. Lee cuentos de pistoleros, de humor y de García Márquez. Esa es la vida de quien dice sin ostentaciones que contará chistes hasta que la salud se lo permita y el público se lo aguante.
Tomado de la revista TV y Novelas No. 099, 30 de enero de 1995.
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